Un sistema combina óxido de grafeno con nanocelulosa producida por bacterias para limpiar el agua y obtener agua potable barata y escalable. Un equipo de ingenieros de la Universidad de Washington de los Estados Unidos encontró una manera de utilizar láminas de óxido de grafeno para transformar el agua sucia en agua potable. «Esperamos que en los países donde hay luz solar suficiente se pueda tomar agua sucia, evaporarla utilizando nuestro material, y recoger agua fresca», dijo Srikanth Singamaneni, profesor de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, de la Universidad. Según informó Advanced Materials, el nuevo enfoque combina celulosa producida por bacterias y óxido de grafeno para formar una bioespuma de dos capas. Según Singamaneni, «el proceso es muy simple: la red de fibra de celulosa a nanoescala producida por bacterias tiene una excelente capacidad de hacer que el agua suba a la superficie de evaporación reduciendo al mínimo el calor que va hacia abajo, y toda ello se produce de una sola vez». El proceso de formación de la bioespuma bicapa es también novedoso. “De la misma manera que una ostra hace una perla, las bacterias forman capas de fibras de nanocelulosa en las que se incrustan las escamas de óxido de grafeno”, se indicó. La nueva bioespuma también es extremadamente ligera y barata de hacer, por lo que es una herramienta viable para la purificación y desalinización de agua. «La celulosa se puede producir a una escala masiva y el óxido de grafeno es extremadamente barato: la gente puede producir toneladas, en verdad. Ambos materiales son altamente escalables. Así que es imaginable hacer enormes hojas de bioespuma», sostuvo Singameneni. Pratim Biswas, profesor y catedrático del Departamento de Energía, Medio Ambiente e Ingeniería Química, sostuvo que «las propiedades de este material de espuma que hemos sintetizado mejoran la recolección de energía solar. Por lo tanto, es más eficaz en la limpieza de agua». «El proceso de síntesis también permite la adición de otros materiales nanoestructurados a la espuma que aumentarán la tasa de destrucción de bacterias y otros contaminantes, y que haga el agua segura para beber. También vamos a explorar otras aplicaciones para estas nuevas estructuras», concluyó el catedrático. 16 de marzo de 2017 – ep