El hombre ha dejado su huella en casi todos los lugares del mundo y, junto con ella, ha dejado su basura y la necesidad de limpiarla. Cincuenta años después de que en 1953, Edmund Hillary y Tenzing Norgay pisaron su cima, el monte Everest se convirtió en un destino turístico casi masivo. El problema es que muchos montañistas van dejando su basura en el ascenso a sus 8.848 metros y se va acumulando en los caminos. Paquetes de alimentos, botellas de plástico, envoltorios de todo tipo de productos quedan desperdigados por todos lados. La situación ha llegado a tal punto que algunos grupos ambientalistas en Nepal presionaron al Gobierno para que restrinja el paso a la cordillera del Himalaya, además de exigir la limpieza de la basura acumulada durante todos estos años en la ruta. De vez en cuando se realiza una limpieza del Everest, pero bajo las duras condiciones climáticas de la zona, no ha sido fácil ni sirvió de mucho. Un grupo ecologista local pidió la instalación de baños portátiles en el campamento base, de cinco incineradoras y plantas de tratamiento de aguas residuales. En la última limpieza del Everest, a mediados de 2015, se retiraron 25 toneladas de basura, 12 de papel y plástico y más de 11 de otro tipo de desechos. A eso se sumó el cambio climático, que derrite la nieve y el hielo y deja al descubierto aún más basura que estaba enterrada. En el Aconcagua, con 1.886 metros menos, la cosa no es mejor. La tarea generalmente la realizan los guías contratados por los montañistas -con la intermediación de empresas turísticas- y los propios miembros de los grupos, así y todo eso no alcanza. Desde que terminó la temporada anterior, en marzo de 2015, quedaron acumulados 200 tambores con materia fecal generadas por los andinistas en la entrada del parque Aconcagua, pero no a la vista de las personas que transitan los senderos hacia Plaza de Mulas o los campamentos base. Esos desechos extraídos de los baños químicos se bajan en varios viajes del helicóptero hasta el ingreso al parque y después un servicio de camiones lleva la basura hasta El Borbollón, en Las Heras. Sin embargo, este año por atrasos en los pagos y la licitación el servicio no se hizo. La idea para el futuro es no utilizar helicópteros y bajar la basura a lomo de mula, para reducir costos. 21 de abril de 2016 – ep