Hay áreas más propensas a las infecciones. Los desinfectantes disminuyen la posibilidad de contagios. Según la zona de un hospital, varía el riesgo de infección. Al respecto, se pueden dividir tres tipos de zonas. Las más complejas incluyen a unidades de cuidados intensivos, de vigilancia intensiva, quirófanos, entre otras. En las áreas de riesgo medio, figuran las cocinas, vestuarios, duchas, piscinas, habitaciones de pacientes, salas de descanso y tratamiento. Los lugares más amigables son las oficinas, pasillos, halls y escaleras o ascensores, etc. Los productos desinfectantes son los responsables de reducir al mínimo los gérmenes. Se dividen en cinco grandes grupos. Los tensoactivos: con propiedades desinfectantes y limpiadoras a la vez, de baja o nula toxicidad, no corrosivo ni irritable, con efecto bactericida prolongado en el tiempo. Luego, están los halógenos, que poseen un poder germicida más intenso y su utilización debe realizarse con precauciones ya que son irritantes, corrosivos y su fragancia es desagradable. Actualmente se ha sustituido por productos similares (cloramina y pastillas de cloro activo), aunque su acción oxidante es elevada. También figuran los fenoles, de eficaz acción bactericida, con un efecto desinfectante y limpiador. Otro de los desinfectantes son los aldehídos, muy activo frente a un amplio espectro de bacterias, hongos y virus. Su acción bactericida es lenta, pero no se ve influida negativamente en presencia de otros compuestos como el jabón y las proteínas. Por último, están los alcoholes, como el etílico, n-propílico, isopropílico y bencílico. Un desinfectante efectivo debe contar con un amplio espectro de actividad microbiana, un efecto bactericida más que bacterioestático; un efecto fungicida más que fungiestático; un efecto esporicida y viricida; una acción inmediata y de larga duración; inocuidad y seguridad de uso; y un olor débil y agradable y poder penetrante. 3/12/2015 agp