La biotecnología produce jabones para la ropa con enzimas naturales sin dañar las fibras, el ambiente o la salud. El Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología, menciona las ventajas de los detergentes biológicos: «El uso de enzimas biológicas aumenta la eficacia de los detergentes a tal punto que permite limpiar a bajas temperaturas y con ciclos más cortos, reduciendo así el consumo de energía y las emisiones contaminantes. Además, son biodegradables y reemplazan procesos físicos o químicos contaminantes”. En los últimos 40 años la industria de la limpieza ha optimizado el lavado de ropa incorporando a sus jabones componentes naturales que desplazaron a los blanqueadores sintéticos y las altas temperaturas. Las enzimas, presentes hoy en los detergentes en polvo, son sustancias biológicas y biodegradables que, no solo conservan la calidad de las telas, sino también la limpieza del medioambiente. Las enzimas “quitamanchas” se obtienen a partir de bacterias y hongos, muchos de ellos modificados genéticamente para perfeccionar su producción. A esto se suma el descubrimiento de organismos extremófilos, amantes de las condiciones extremas, que aportan nuevas ventajas a la tarea de eliminar las manchas. Enzimas que remueven la suciedad En los años ’80 y ’90 las publicidades solían promocionar unos esféricos “pacman” que perseguían la ropa comiendo la suciedad. Entretanto, la competencia creaba unos triángulos, los “verdes ensolves”, que arrastraban las manchas. Hoy, las empresas desafían a las vecinas a realizar la “prueba de la blancura”, un experimento in situ que borra las manchas frente a la mirada del televidente. Es así que, hace décadas, la creatividad y la investigación se esfuerzan por atraer al consumidor y alejar a las manchas. Fue en esta incesante búsqueda del elixir limpiador que, a principios del siglo XX se creó el jabón para la ropa. El origen se remonta a 1913, cuando el químico alemán Otto Rhöm comprobó que un extracto del páncreas de animales optimizaba el proceso de limpieza. La sustancia extraída era una enzima digestiva, presente en todos los organismos, capaz de romper proteínas. Fue así que se fabricó y comercializó el primer jabón enzimático capaz de eliminar manchas de proteínas. Bacterias para remover suciedad A mediados del siglo XX comenzó la producción masiva de enzimas provenientes de bacterias y de hongos, en reemplazo de los extractos pancreáticos. Al poco tiempo, otros productos con enzimas “devoradoras” de grasas, azúcares y proteínas fueron lanzados al mercado, e inspiraron las exitosas campañas donde las “voraces” enzimas cobraban vida. Las enzimas usadas en los limpiadores biológicos de uso hogareño son sustancias que actúan sobre las manchas, desintegrándolas y desprendiéndolas de la tela. Estas enzimas son: Proteasas para la remoción de manchas proteicas, como las de sangre, leche, huevo; Amilasas para extraer residuos de almidón de alimentos como papa, chocolate, pastas; Lipasas para la remoción de manchas de aceite, lápiz de labios, manteca; y Celulasas para remover manchas de tierra o restos vegetales. Limpieza en el ambiente industrial y sanitario Muchos procesos industriales se desarrollan bajo condiciones extremas de temperatura, salinidad o acidez. En estas situaciones la industria de detergentes afronta un problema: las enzimas que se usan habitualmente son inestables en esas condiciones, y no funcionan. Por ejemplo, la industria del cuero requiere enzimas que actúen en condiciones de alta salinidad, mientras que la indumentaria hospitalaria demanda un lavado a altas temperaturas para ser esterilizada. Por su parte, lavar con agua fría para ahorrar energía o evitar el deterioro de la ropa, requiere detergentes que actúen por debajo de los 20ºC. Fue así que la ciencia encontró un campo fértil para la aplicación de los microorganismos extremófilos, capaces de vivir en condiciones extremas de temperatura, acidez o salinidad. Los extremófilos tienen enzimas diferentes al resto de los organismos que, justamente, funcionan bien en condiciones extremas. NG-3 de septiembre de 2015