Los Equipos de Protección Individual son los dispositivos o medios que lleva o de los que dispone un trabajador para protegerse de uno o varios riesgos. El trabajador deberá recibir de la empresa todos los medios de protección necesarios, además de formación e instrucciones claras y precisas sobre su utilización, para que los empleados usen y cuiden correctamente esos equipos, dejarlos después de su uso en el lugar indicado e informar de inmediato a sus superiores sobre defectos, anomalías o daños que, a su juicio, pueda entrañar una pérdida de su eficacia protectora. Respecto de los protectores de ojos y cara, se deberá tener en cuenta las molestias debidas a su utilización, ya que no deberán crear incomodidades, sino que proporcionarán confort, dado su volumen adecuado, ventilación suficiente, ocular antivaho y adaptabilidad individual al usuario. Deberán prevenir la penetración de cuerpos extraños o salpicaduras de líquidos y la irritación causada por gases, aerosoles, polvos o humos. La protección de los ojos y de la cara se efectuará mediante antiparras de montura “universal”, “integral”, “cazoleta” y pantallas faciales. Para elegir el equipo, deberá tenerse en cuenta -desde el punto de vista de la seguridad- el ocular con resistencia mecánica suficiente; la estanquidad en la cara; la resistencia química; el diseño ergonómico; la calidad de los materiales; la facilidad de mantenimiento; las aristas y bordes redondeados; el control de la clase de calidad óptica, y que no reduzcan el campo visual. En cuanto a las manos, la utilización de guantes deberá ser correctamente supervisada, ya que no todas las personas podrán utilizarlos; por ejemplo, los de goma son contraindicados en trabajadores con lesiones cutáneas activas o cuando la sudoración es importante. Los agentes químicos son absorbidos por el organismo a través de una o varias vías de entrada, que, por orden de importancia, son las vías inhalatorias, dérmica, digestiva y parenteral (a través de heridas, llagas…). La vía inhalatoria es la más importante en el mundo laboral, por lo que es necesario conocer la concentración del tóxico en la atmósfera de trabajo y durante cuánto tiempo se encuentra la persona expuesta a la misma. Cuanto mayor sea la concentración ambiental o el tiempo de exposición, mayor será la dosis. Se deberán adoptar las medidas necesarias para que los equipos de trabajo sometidos a influencias susceptibles de ocasionar deterioros que puedan generar situaciones peligrosas estén sujetos a comprobaciones y, en su caso, pruebas de carácter periódico, con el objeto de remediar a tiempo dichos deterioros.