Desde la antigua Roma hasta la actualidad, la escoba es un elemento de limpieza fundamental. Mitos y realidades de una herramienta actual. La escoba es un elemento de limpieza fundamental. Más allá de su utilización básica, los orígenes de su historia hay que rastrearlos en la antigua Roma. Por aquel entonces, era tradición de las parteras pasar la escoba por el umbral de la puerta para proteger de las malas influencias a la madre y su bebé recién nacido. La leyenda cuenta que la escoba se empezó a relacionar con la brujería durante la época de caza de brujas. Las personas escondían entre sus ramas algunas hierbas que eran prohibidas por la inquisición, debido a los diversos efectos narcotizantes y alucinógenos que producían. Si la autoridad descubría a alguien en posesión de alguna de estas hierbas, se lo juzgaba por brujería. Por ese motivo, comenzaron crearse una serie de mitos sobre el uso que los acusados le daban a la escoba dentro de sus artes, entre los cuales estaba el de volar. Una junta de ramas fue uno de los primeros avances para limpiar el espacio que ocupaba el polvo y la suciedad. Luego, esas ramas fueron reemplazadas hasta la versión actual de la escoba. Su término proviene del latín scopa, que significa briznas de planta usadas para barrer. Las fibras usadas en escobas modernas se obtienen a partir de una planta parecida a la del maíz llamada sorgo escobero. Son largas, rectas y duraderas. El cambio principal más reciente es la escoba plana, inventada por los Shakers a principios del siglo XIX. Tiene más anchura para empujar mejor la suciedad. En la actualidad, casi todas son planas. Hoy, en cualquier casa, empresa, fábrica o dependencia pública hay una escoba detrás de una puerta o colgada de una pared. Los avances tecnológicos no pudieron aún reemplazarla. Incluso, corrieron con más suerte que las brujas: nadie duda de su existencia.