Habría tres grandes argumentos a favor de la logística sostenible: reducir los costos, reforzar la imagen corporativa y cumplir las normativas y legislaciones.
La emisión de CO2 se puede reducir tanto en el transporte como en el almacenaje, sobre todo mediante la mejora de la eficiencia de las operaciones. Los estudios detallados demuestran claramente que, frente a un uso “normal” de los recursos (“lo que hacen todos”), con un aprovechamiento inteligente y optimizado de los mismos se conseguiría un efecto de ahorro de entre el 10 y 15%, y generalmente sin inversiones significativas.
Según Joachim Miebach, fundador y presidente del Grupo Miebach Consulting, la imagen corporativa sería “el factor más relevante y posiblemente la única esperanza de poder cambiar las cosas” y advirtió que “una imagen de empresa con altos niveles de impacto medioambiental puede generar un desprestigio de marca que conlleve un descenso de ventas”.
En un trabajo publicado en el sitio Ambiente Plástico, el consultor internacional sostuvo que además “debe considerarse el endurecimiento de las normativas estatales (prohibición de circulación a ciertas horas del día, normas de construcción relativas al aislamiento, impuestos sobre el petróleo y electricidad, entre otros). Las empresas únicamente disponen aquí de un estrecho margen”.
Añadió que la tendencia a la “regionalización” frente a la “globalización” puede convertirse en otro factor relevante para conseguir un mundo más limpio. “Es la visión de volver a disponer de plantas de producción más pequeñas, eficientes energéticamente, próximas a sus mercados y utilizando productos locales y con mano de obra cercana”.
Para Miebach hay varias evoluciones que avalan esta tendencia y mencionó que los métodos de producción modernos cuestionan “la producción en masa. También se puede ser eficiente con la fabricación en pequeñas unidades de producción locales; las mega fábricas que abastecen a todo el mundo empiezan a estar desfasadas”.
Reconoció que “esto no significa el final de la globalización. Sin embargo, la tendencia a la regionalización podría tener un efecto más pronunciado en el cambio climático que la logística verde convencional”.
“Las cadenas de suministro globales, incluyendo las ubicaciones de las plantas de producción, deben ser objeto de una profunda revisión. Con más nearshoring y menos offshoring se consiguen cuatro objetivos a un tiempo: agilidad de respuesta, adaptación flexible al mercado, reducción de costos y reducción notable de emisiones de CO2”, concluyó el CEO de Miebach Consulting.
ep