El cloro es el desinfectante del agua más utilizado en el mundo por su efectividad, bajo costo y fácil uso.
El cloro es el undécimo elemento más común de la corteza terrestre (el 0,045% de ésta es cloro) y está ampliamente extendido en la naturaleza. Los científicos han detectado más de 2.400 compuestos basados en el cloro. Éstos se producen de forma natural como resultado de la reacción del cloro con los compuestos orgánicos existentes en el medio ambiente. Algunos de ellos poseen propiedades antibacterianas y anticancerígenas.
Realiza una doble función para mantener la calidad de vida de las personas: es el elemento imprescindible para el tratamiento y la potabilización del agua y para la prevención y el combate de enfermedades infecciosas; y es la materia básica para la fabricación de buena parte de los productos que utilizamos en nuestra actividad diaria.
Utilizado solo o en forma de hipoclorito sódico actúa como un potente desinfectante. Añadido al agua destruye rápidamente las bacterias y otros microbios que pueda contener, lo que garantiza su potabilidad y ayuda a eliminar sabores y olores. La mayor parte del suministro de agua potable en nuestro país depende de la cloración.
En las piscinas el uso de hipoclorito sódico es imprescindible para evitar la proliferación de algas u hongos, eliminar los organismos patógenos y asegurar unas condiciones higiénicas óptimas.
Según la Organización Mundial de la Salud: “La desinfección con cloro es la mejor garantía del agua microbiológicamente potable”. Por sus propiedades, el cloro es efectivo para combatir todo tipo de microbios contenidos en el agua -incluyendo bacterias, virus, hongos y levaduras- y las algas y limos que proliferan en el interior de las tuberías de suministro y en los depósitos de almacenamiento.
Solo la cloración garantiza que el agua ya tratada se mantenga libre de gérmenes durante su tránsito por tuberías y depósitos antes de llegar al grifo, además de ser también el método más económico.
Gran parte de los avances médicos de los últimos tiempos se deben a la intervención del cloro en la producción de medicamentos y otros utensilios, además del aprovechamiento de sus propiedades como desinfectante. Aproximadamente 85% de los productos farmacéuticos contienen o se fabrican mediante la química del cloro.
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