La limpieza exterior de los edificios es una tarea especial para los profesionales, debido a la gran envergadura de la empresa.
El uso y el mero paso del tiempo afectan la buena imagen de las fachadas, también las adversidades climáticas, la eflorescencia y el moho asociados a la humedad, el hollín son responsables de que pierdan su prestancia de recién construidas.
Por eso, a la hora de limpiar la fachada de un edificio, lo más eficaz es contratar los servicios de una empresa especializada teniendo en cuenta que es una tarea de gran envergadura para la que hay que recurrir a los aparatos adecuados y respetar las medidas de seguridad correspondientes para evitar riesgos como eventuales caídas o inhalación de productos tóxicos.
Para eliminar esa especie de espuma seca que aparece en las paredes y que es similar a la humedad, lo mejor es limpiar la fachada con agua caliente a presión y demás herramientas profesionales. Se puede utilizar ácido muriático mezclado con agua, frotar con delicadeza y después aclarar con agua limpia. El agua de la lluvia incide sobre las ventanas y va arrastrando el polvo y la suciedad depositadas allí, manchando toda la fachada.
Para eliminar el moho hay que aplicar fosfato trisódico y extenderlo en las paredes de la fachada. En el caso del óxido, hay que aplicar lejía sobre la zona, dejar actuar y después aclarar con agua. Todas estas tareas serán mejor realizadas por profesionales.
Para quitar las pintadas o grafitis que a veces aparecen en las fachadas de los edificios hay que usar maquinaria de agua caliente a presión (hidrolimpiadora) y productos específicos biodegradables. Después de acabar con la pintada, se aplicará un producto especial de protección en la pared asegurándonos de que no quede rastro de arañazos o pintadas.
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