Tres escenarios definió el IAI para disminuir el impacto de la producción del metal más utilizado por la industria.
El sector trabaja para reducir sus emisiones en aproximadamente 80%.
La demanda de aluminio se triplicará en los próximos 30 años, por lo que la recolección y reciclado de los envases y otros artículos fabricados con este material será uno de los centros de atención para la higiene y deposición final.
El Instituto Internacional del Aluminio (IAI) ha definido los itinerarios más completos disponibles para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el sector durante las próximas tres décadas. Estos se basan en los datos y el análisis del propio IAI de la industria mundial del aluminio.
El sector trabaja para reducir sus emisiones en aproximadamente 80%, pero la demanda de mundial de aluminio primario aumentará hasta 40% y el aluminio reciclado procedente de la chatarra posconsumo se triplicará hasta 2050, a medida que las economías crezcan, se urbanicen y construyan nuevas infraestructuras.
Entre las medidas propuestas está la descarbonización de la electricidad. Más de 60% de los 1.100 millones de toneladas de emisiones de CO2e generadas por el sector en 2018 procedían de la generación de la electricidad consumida durante la fundición.
Las emisiones procedentes de la combustión de combustibles representan 15% de las emisiones de la industria. En este caso, la electrificación, el cambio de combustible a hidrógeno verde y la CCUS ofrecen las vías más fiables. Estas emisiones, las del transporte y las de las materias primas, deberán reducirse entre 50 y 60% hasta 2050.
El aumento del reciclado hasta casi 100%, así como otros avances en la eficiencia de los recursos para 2050, reducirían la necesidad de aluminio primario en 20% en comparación con el escenario habitual, lo que a su vez reduciría las emisiones en 300 millones de toneladas adicionales de CO2 equivalente al año.
El aluminio es vital para la sociedad actual, ya que hogares, lugares de trabajo, vehículos, dispositivos digitales, envases, edificios dependen de este material que también forma parte de los esfuerzos globales de reducción de emisiones, ya que los paneles solares, las turbinas eólicas y los vehículos eléctricos lo tienen como base.
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