El municipio de Federal fue una de las comunas del interior que transitó la experiencia de acabar con la deposición de residuos a cielo abierto.
Los basurales a cielo abierto se fueron convirtiendo en problemas medio ambientales y de salud para muchas localidades, por lo que varios municipios encararon la tarea de erradicarlos. El director de Servicios Públicos, del Municipio de Federal, Martín Róbalo, explicó cómo fue el proceso que se desarrolló en esa localidad entrerriana, que concluyó con el cierre del depósito en septiembre de 2016.
“Socialmente, fue un proceso muy difícil porque, como todo cambio, costó. Fue una situación chocante al principio, pero pudimos demostrar que era para bien. Cuando nos arriesgamos a tomar esta decisión, dijimos que íbamos a fondo”, recordó el funcionario, quien fue uno de los oradores de los ciclos de la última Expo Clean.
Recordó: “Invertimos recursos económicos, para los primeros pasos cuando se cerró el basural y hubo que voltear y mover montañas de residuos, para que empiece a crecer el pasto. Fue bastante complicado, pero al día de hoy, a siete meses del cierre, está muy bien”.
Entre otras medidas, mencionó que “para motivar que trabajen mejor nuestros operarios, se sancionó una ordenanza por la cual cuanto más residuos se recuperan más se comercializan y el 35% de las ventas mensuales se reparte entre ellos. Logramos que tener muchísimo menos remanentes y conseguimos un compromiso. Así, disminuyeron los volúmenes y el relleno sanitario es mucho más operable y manejable”.
Hábitos
Róbalo consideró que la experiencia sería escalable y consignó: “La recuperación está en 90%. Puede llegar a 100% o puede bajar. Por eso, hay que trabajar y debe ser un proceso continuo. Lo importante es llegar a la minimización de los residuos. Hay que lograr algunos hábitos de consumo en la gente, pero también juegan en esto los fabricantes, los comercios, hay muchos actores que participan de este proceso”, destacó.
Sobre la solución para los residuos patogénicos relató que se reunieron “con los grandes generadores, para hacerles entender cuáles eran los pasos que tenían que dar adentro y cuál era nuestro trabajo exterior. Fue un trabajo más complicado y complejo que en el caso de los domiciliarios, porque tenían medicamentos vencidos, jeringas, sangre”.
“Con las medidas de seguridad correspondientes, trabajando con los empleados de los hospitales y las clínicas logramos llegar a un acuerdo. En ese proceso, tuvimos que ir ajustando cosas, hoy las tenemos estandarizadas y no tenemos inconvenientes”, celebró.
Róbalo había desarrollado una experiencia similar previa en el municipio de Chajarí. Al comparar ambos procesos, destacó que aquella localidad tenía 45.000 habitantes, mientras que en la que se desempeña actualmente tiene 20.000 y reconoció que “en Federal no teníamos los residuos industriales, más allá de que las empresas se tienen que encargar de los efluentes que generan, aunque no todo el mundo se haga cargo”.
Añadió que “en Chajarí la industria cítrica generaba mucho volumen de desperdicios. Si bien no es contaminante hay que darle un tratamiento y un destino adecuado. Es una ventaja no tener industria aunque, en otro sentido, eso va en detrimento del desarrollo de la ciudad. El proceso se puede mejorar con el aporte de empresas conscientes hacia el municipio”.
29 de junio de 2017 – ep