Las alfombras adhieren toda la suciedad y el polvo de los zapatos, las migas y parecen atraer las manchas de todo lo que circule en el ambiente. Su limpieza no es sencilla, pero tampoco imposible, por lo que habrá que arremangarse y poner manos en acción para devolverles su atractivo original. Lo primero que habrá que hacer será remover el polvo y los desperdicios de mayor tamaño, con una buena aspiradora, recorriendo todo el tejido en varios sentidos, hasta asegurar que no quede mucho de la suciedad de gran tamaño suelta sobre la alfombra. Luego, se procederá con un cepillo de gran tamaño, que permita remover toda la suciedad impregnada que se hubiera resistido al correcto aspirado. Se colocará un poco de jabón en una cubeta con agua y se comenzará a limpiar con mucha fuerza; rápidamente la mugre comenzará a desprenderse sin problema. Después del cepillado con agua y jabón, habrá que pensar en un producto no abrasivo que se pueda usar para remover las manchas más difíciles. Existen muchos quita manchas en el mercado que son muy efectivos a la hora de eliminar suciedades. De lo contrario, siempre se estará a tiempo de usar un poco de detergente. Finalmente, habrá que volver a cepillar la alfombra con fuerza, y esparcer un poco de agua para quitar los productos que se utilizaron para realizar la limpieza.