Las áreas externas de los inmuebles requieren de cuidados periódicos para evitar a futuros problemas y conservar su buen aspecto. Los edificios forman parte vital de la arquitectura, la historia y el arte de una ciudad. Pero no siempre las fachadas conservan un buen aspecto: se ven grietas, manchas de mugre o filtraciones. Ese descuido no solo perjudica a los habitantes del inmueble, sino que deteriora la imagen general de una localidad. Esta situación se debe, entre otras razones, porque los propietarios, usuarios y administradores suelen carecer de información sobre cómo mantener las áreas exteriores de los edificios. Algunas ideas pueden servir para revertir esa carencia Un paso positivo es elaborar un pliego de condiciones, con actividades claras y definidas por un responsable asignado por la copropiedad, los usuarios o la administración. Antes de pedir cotizaciones, es preferible solicitar las cotizaciones y un correcto diagnóstico del estado actual de la fachada. Entre otras medidas, también se sugiere revisar y corregir todos los accesos de agua por falta o falla en la impermeabilización de techos, terrazas, bajantes o desagües. Las superficies a pintar, siempre deberán ser lavadas previamente con biocidas y rinses PH neutros, para así garantizar la adherencia de los materiales nuevos. Para el lavado de ladrillo, piedra natura o concreto, no se recomienda usar ácidos, mientras que para el lavado de mantenimiento, se recomienda lavados con rinses encapsulantes o desengrasantes. Cuando las fachadas son de ladrillo, piedra natural y concreto, se recomienda hidrofugar la superficie para protegerla frente a la lluvia sin alterar el aspecto natural del sustrato.