La reutilización de plásticos en los envases de alimentos requiere de de una serie de cuidados para evitar la contaminación.
El PET reciclado es el plástico más estudiado y lleva tiempo utilizándose para el envasado.
El uso de plásticos reciclados para el envasar alimentos ha generado algunos debates, a partir de las diversas recomendaciones de diversos organismos internacionales para reutilizar esos materiales y evitar que se incremente la contaminación que comenzó a afectar la cadena alimentaria humana.
Hay diversas estrategias para afrontar el problema, y una de las más importantes es reciclar plásticos, que se puede llevar a cabo de dos formas: por reciclaje mecánico o por reciclaje químico.
El primero consiste en recolectar los envases, seleccionarlos, triturarlos, lavarlos y fundirlos para obtener un material de partida homogéneo. El método químico se basa en descomponer el polímero plástico en las unidades más pequeñas que lo forman: los monómeros. A partir de estos componentes se vuelve a fabricar un nuevo plástico al modo convencional.
Aunque a primera vista pueda parecer sencillo y una fantástica solución al problema medioambiental planteado, existen inconvenientes. Uno de los principales obstáculos es la contaminación química, especialmente cuando se reciclan plásticos usados como recipientes de comida para envasar nuevos alimentos, que no solo podrían alterar los sabores del alimento, sino también poner en peligro la salud humana.
Los contaminantes provienen de que todos los plásticos utilizados en envases contienen múltiples sustancias que se añaden al polímero para mejorar su flexibilidad, oxidación, estabilidad, además de compuestos que no se han añadido intencionadamente: impurezas, sustancias producidas por reacción entre aditivos, o entre estos y los alimentos, y otras surgidas por degradaciones de los aditivos.
También hay residuos provenientes del alimento envasado anteriormente, ya que algunos de ellos no se eliminan durante la limpieza; tintas y etiquetas con adhesivos que no siempre se suprimen del todo en el proceso de limpieza y cuyos componentes también puede absorber el polímero, y contaminaciones cruzadas debidas a las distintas fases del reciclado.
Con estos datos se puede concluir que los plásticos reciclados contienen más sustancias potencialmente contaminantes que los plásticos vírgenes.
Muchos de los compuestos mencionados pueden transferirse al alimento por migración. Para evitarlo, todos los envases tienen que cumplir con el cuidado de cada etapa del proceso.
Por su parte, el PET (tereftalato de polietileno) reciclado es el plástico más estudiado y lleva tiempo utilizándose para el envasado, se emplea para fabricar botellas de agua o gaseosas y es el primero en haber sido reciclado e introducido de nuevo en el mercado.
Eso se dio porque es sencillo separarlo del resto de los plásticos en el proceso de reciclado; resulta fácil eliminar los tapones y etiquetas del material; necesita muy pocos aditivos, por lo que la migración de estos a los alimentos es menor; presentan muy baja contaminación de tintas; tiene poca capacidad de absorber contaminantes, y la tecnología para reciclarlo está muy avanzada.
Otros tipos de plástico reciclado son las poliolefinas (polietileno y polipropileno), que se utilizan para envasar alimentos congelados, bollería, botellas de leche, etc. No obstante, como gran parte proviene de envases que no se utilizan para contacto alimentario, pueden transmitir numerosas sustancias potencialmente contaminantes a la comida. A ello hay que sumar su elevada capacidad para absorber esos compuestos.