Un paciente, al ser hospitalizado, podría reflexionar sobre la limpieza del establecimiento y, en especial, sobre quien ocupó antes su cama. De acuerdo con una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, si el paciente anterior hubiera tenido una enfermedad altamente contagiosa como un estafilococo oro resistente a meticilina o un norovirus, el segundo ocupante tendría «aumento del riesgo de contraer enfermedades causadas por los mismos microorganismos resistentes a ciertas drogas». El estudio también encontró que algunos patógenos y contaminantes podrían seguir vivos más tiempo del que antes se consideraba posible, ya que hubo “patógenos que estaban vivos varias semanas después de que la persona infectada dejara la habitación», aseguraron. Como modernos Maimonides o Luis Pasteur, los investigadores hicieron sugerencias para detener el contagio de enfermedades infecciosas en hospitales: en primer lugar la limpieza adecuada de manos por todo el personal médico. La segunda recomendación fue una limpieza más efectiva del ambiente, ya que «hay evidencia de que las superficies contaminadas en los hospitales son una fuente de transmisión de patógenos -dijeron- y reducir la contaminación ambiental a través de prácticas mejoradas de limpieza y desinfección deben reducir la adquisición de patógenos por parte de los pacientes desembocando en menos infecciones». Para mejorar la limpieza y desinfección recomendaron inspecciones visuales de las habitaciones una vez que los pacientes se hayan ido y la limpieza antes de que se admita a cada paciente y las áreas de alto contacto como manijas de puertas, llaves de luz, etc., deberán ser marcados con colores fluorescentes para saber que ya se limpiaron. Las superficies deberán verificarse como limpias a través del uso de estudios en cápsulas de Petri o pruebas de adenosín trifosfato que puedan orientar sobre los niveles de contaminación de las superficies. Según el estudio, «la limpieza o desinfección inadecuada de las superficies es usualmente resultado de unas prácticas inferiores de limpieza. En muchas instalaciones, solo cerca de 50% de las superficies que deberían ser limpiadas están incluidas en la rutina de limpieza y desinfección» y recomendaron el uso de sistemas de vapor de peróxido de hidrógeno. Aceptaron que estos sistemas no siempre eliminan cierto tipo de patógenos y que hay más investigación y trabajo que hacer antes de garantizar la limpieza y se reconoció que algunos métodos convencionales podrían propagar los contaminantes de un lugar a otro en vez de quitarlos. La mayor parte del reporte apuntó a la necesidad de limpieza efectiva, adecuada e higiénica. El rol que la limpieza juega en mantener a la gente sana debe ser enfatizado por los profesionales de la limpieza en hospitales y otras instalaciones. 20 de octubre de 2016 – ep