El método está pensado para pulir superficies, como pavimentos. Consejos para su manipulación. El chorro abrasivo es uno de los procesos de limpieza que más se usan para eliminar los restos de grasa, óxido u otro tipo de manchas en una superficie. Se trata de un método ideal para mantener la higiene del pavimento, aunque deben tenerse muy en cuenta las los porcentajes del producto a utilizar. Por su composición, logran erradicar las partículas que con el tiempo se secaron o se endureciendo. Los equipos de limpieza conformados por chorros de abrasivo pueden ser altamente eficientes para la preparación de superficies destinadas a ser revestidas, así como para la eliminación de manchas profundas o la erradicación de contaminantes. Pero elegir el abrasivo más adecuado para cada tipo de área, suelo o pavimento es fundamental para evitar que se produzcan problemas de desgaste o malos rendimientos. La arena sílica es ideal para ejecutar trabajos en exteriores. Hay que considerar que debido a su fragilidad genera mucho polvo de sílice, por lo que puede ser tóxico para los operarios a cargo, en el caso que no se adopten las medidas de seguridad adecuadas. De la fundición de metales como el cobre y el níquel o de los residuos recuperados de las calderas de carbón se obtiene la escoria de cobre, que presenta una gran capacidad de limpieza gracias a sus partículas duras y angulares. Sin embargo, aplicada en zonas delicadas e inadecuadas, resulta altamente cortante, por lo que las partículas de cobre pueden llegar a instalarse en las grietas o hendiduras de nueva creación. 23/03/2016 agp