El láser es una tecnología eficiente para eliminar pequeñas partículas depositadas en las superficies de diversos objetos. La limpieza láser elimina recubrimientos, contaminantes, óxidos y otros residuos de forma segura, sin disolventes ni abrasivos, por lo que no se generan residuos secundarios. El principio de funcionamiento se basa en un potente rayo de luz capaz de evaporar el recubrimiento o la contaminación. La superficie absorbe la mayoría de la energía. La energía de la radiación se convierte en energía térmica y vaporiza la suciedad. El material base no absorbe la energía sino que refleja la luz del láser, por lo que el proceso de limpieza se detiene una vez la suciedad ha sido eliminada. Las superficies metálicas son adecuadas para la limpieza con láser, ya que un buen ajuste del haz no va a modificar sus propiedades, sino que únicamente el recubrimiento, óxido o residuo, se verá afectado. La densidad de potencia del láser se ajusta fácilmente para conseguir resultados que de otra forma serían imposibles. Debido a estas características, el sistema láser posee algunas ventajas frente a otros sistemas, como la ausencia de contacto mecánico con la superficie, por lo que permite trabajar en superficies extremadamente frágiles; la acción selectiva y localizada, y la disponibilidad de emisores grandes, que permiten llevar a cabo el tratamiento de grandes superficies. Además, presenta la posibilidad de realizar la limpieza sin interrumpir el proceso de producción; sin impacto en el sustrato; es una tecnología industrial probada, y ecológica, ya que el único deshecho generado son las partículas de suciedad adherida; es versátil y ágil, y reduce los contaminantes nucleares, y materiales para enmascaramiento o cubiertas. 29 de septiembre de 2016 – ep