La termita es un xilófago, que se alimenta auxiliado por las bacterias celulolíticas alojadas en su tracto digestivo.
Alguna vez escuchamos la frase “come como una termita”, pero más allá de la gracia lo cierto es que estos isópteros desarrollan colonias que, al cabo de cuatro o cinco años, pueden llegar a tener hasta 200.000 obreras que atacarán los elementos de madera, y sus daños sólo ser verán cuando sean irreversibles.
Las termitas viven en el suelo, en madera seca o húmeda, se alimentan de madera (xilófagas) o sustancias ricas en celulosa gracias a la simbiosis que realizan con protozoarios que tienen en el tracto digestivo y que son los encargados de digerir la celulosa.
Si bien, en su mayoría son ciegas tienen un fuerte aparato bucal masticador, con el que atacan las maderas y papeles.
Por tratarse de insectos sociales, se agrupan en colonias, divididas en tres castas: reproductores (rey y reina), obreras, y soldados. Son de reproducción tipo sexual, esto implica que la reina es fertilizada por el rey durante el proceso de cópula. Las parejas se forman durante el período de enjambrazón que va de mediados de septiembre a fines de diciembre.
Una vez que se forma la pareja, ubica un lugar propicio, se quitan las alas y el macho fecunda a la hembra, que comienza a poner huevos y luego de 50 a 60 días de incubación nacen las primeras crías, que cuando estén desarrolladas, las obreras se harán cargo de alimentar a crías y reina.
Las ninfas darán origen a obreras, soldados o individuos alados (reproductores), que aparecerán en las colonias donde la densidad poblacional sea elevada. Cada colonia tiene una reina que puede vivir hasta 25 años y colocar más de 60.000 huevos. Las obreras suelen vivir hasta cuatro años, durante los que atacarán todo el material celulósico a su alcance, sean libros, muebles o cabreadas.
8 de febrero de 2018 – ep