Un nuevo proceso puede limpiar, con un costo muy bajo, el agua que surge de los pozos petroleros tras ser usada en fracking. En los últimos tiempos, en la Argentina, el término fracking fue profusamente usado, gracias a Vaca Muerta. En síntesis, sería un método de extracción de hidrocarburos que, además de las perforaciones, requiere fracturar las formaciones rocosas, en terrenos donde el petróleo y el gas natural están acumulados en poros no conectados entre sí. Gracias al frackkin, en la zona, hay 130 pozos operando, lo que hizo que la producción de petróleo y gas de YPF creciera casi 10% -lo que no pasaba desde hacía diez años-, y podría colocar al país como tercera potencia en energía, detrás de China y los EE.UU. Pero, el riesgo ambiental se convirtió en centro del debate público: quienes se oponen insisten en alertar sobre ese peligro y en la dependencia de los combustibles fósiles, de las transnacionales y que afecta la búsqueda de otras fuentes de energía. Según sus defensores, el impacto ambiental es controlable, aunque aceptan que a largo plazo habrá que buscar fuentes “limpias”, pero insisten en que prohibirlo perjudicará los intereses nacionales. Ahora, en un rincón de Texas comenzaron a aplicar un nuevo proceso para limpiar agua contaminada. Se calculó que para fin de mes se estarán procesando 500.000 galones por día o generando agua lo suficientemente limpia como para usar en fracking. La tecnología podría brindar una forma de solucionar la cantidad cada vez mayor de agua generada por la extracción de depósitos cada vez más difíciles de acceder. Muchas formaciones petroleras pueden producir hasta cinco barriles de agua sucia por cada barril de petróleo. Y el volumen de agua “producida” crece a medida que la industria bombea agua en pozos agotados para aumentar la recuperación del petróleo. La tecnología, que se está aplicando en un yacimiento de Midland, sería más económica que la actual: reinyectar el agua de desecho nuevamente en los pozos mientras se compra agua limpia para uso en operaciones cercanas de fracking. En la actualidad los productores de gas tienden a almacenar el agua que surge en el proceso en lagunas artificiales y la diluyen para reusarla. Es decir, inyectan el agua sucia en las profundidades hasta su desaparición total. “Esta es, por lejos, la planta más grande que se haya construido. Prototipos anteriores procesaban 200 galones diarios; este es más grande, modular y escalable y, si quisieran duplicarlo, podrían”, dijo John Lienhard, profesor de ingeniería mecánica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). La nueva planta usa tecnología Gradiant, un emprendimiento desprendido del MIT. El agua es tratada previamente para remover residuos de petróleo y grasa y partículas sólidas. Se calienta el agua salina y rocía sobre un material poroso con una gran superficie, saturando el aire con vapor de agua. Este aire saturado de agua luego es bombeado a través de agujeros diminutos en una serie de bandejas llenas de agua. Cuando las burbujas pasan a través del agua en las bandejas, el vapor en las burbujas se condensa y se suma al agua por la que atraviesa creando más agua fresca. Esta columna de burbujas permite condensar vapor de agua sin necesidad de costosos procedimientos.