La pediculosis es una infestación cutánea producida por tres especies de ectoparásitos Anoplura, denominados vulgarmente piojos. Estos animalitos, que parasitan sólo al ser humano y son exclusivamente hematófagos, son el Pediculus humanus variedad capitis, piojo de la cabeza; el Pediculus humanus variedad corporis o piojo del cuerpo, y el Phthirius pubis o piojo del pubis. En esta época del año, en los colegios o jardines de infantes, comienza la preocupación por la presencia de los primeros. Los piojos de la cabeza son pequeños insectos que viven sobre la superficie, preferentemente detrás de las orejas y en la nuca, miden de dos a cuatro milímetros, son de color gris, café o marrón y pueden ser difíciles de ver, aunque se las ingenian para hacerse sentir. Necesitan sangre humana para sobrevivir y ponen huevos, denominados liendres, que se fijan fuertemente al cabello y tardan unos seis días en salir los piojos. Las liendres, plateadas y de un milímetro de tamaño son más fáciles de ver. Si bien pueden infectar a cualquiera, independiente de su nivel social, edad o higiene personal, son más frecuentes en niños, sobre todo entre 4 y 5 niños, que en adultos y en mujeres que en varones. Se debe insistir en que no se vinculan con falta de higiene, a veces los piojos eligen las cabezas más limpias y no son responsables de la propagación de enfermedades La vida media oscila entre 30 y 40 días. Las larvas son similares de aspecto a los adultos, pero mucho más pequeñas. Las hembras fertilizadas depositan 250-300 huevos durante su ciclo vital, que se adhieren a la base de los cabellos con una secreción insoluble en agua y muy resistente. El desarrollo de los huevos y larvas depende de la temperatura, la óptima para crecimiento rápido es de 28º C; no soportan temperaturas superiores a 45ºC y, por debajo de 27ºC el crecimiento se enlentece, mientras que por debajo de 12ºC se detiene. Como son sensibles a la temperatura, en caso de fiebre pueden abandonar al huesped y se calcula que fuera del cuerpo humano puede vivir menos de 24 horas. El diagnóstico es sencillo. Se basa en los síntomas y en la observación de las liendres o parásitos con buena luz y mechón por mechón de forma ordenada, se debe revisar a los otros miembros de la familia. Los piojos no vuelan ni saltan, se arrastran y se contagian por contacto directo cabeza con cabeza; por el uso de cepillos, gorros, ropa de cama junto con alguien que los tenga o por estrecha convivencia en hogares, escuelas, guarderías. Los animales caseros no portan piojos humanos. El tratamiento debe matar a la población adulta como a larvas y liendres. Para ello: primero, matar al piojo con pediculicidas, en forma de loción, crema, champú; eliminar liendres con un producto para ablandar la quitina que las envuelve y desprenderlas fácilmente con un peine especial y, finalmente, eliminar los piojos de los objetos personales, con agua hirviendo o pediculicida. Para prevenir los piojos su reaparición se debe lavar frecuentemente cabello, manos y uñas; llevar el cabello corto o recogido; revisar la cabeza de los niños una vez por semana y al resto de los miembros de la familia; tratar el pelo inmediatamente si encuentra liendres o piojos; avisar al colegio o guardería; no intercambiar ropas o peines; en las piscinas utilizar gorro de baño, y guardar los efectos personales en áreas separadas. No se deben utilizar insecticidas como medida profiláctica, ya que sólo origina un aumento de las resistencias; ni utilizar lociones, cremas o champús como medida preventiva. 16/04/2015 ep