La basura es un producto de las actividades humanas que es necesario desechar. Hay varios tipos, para conocer antes de su deposición. Los residuos se colocan en lugares destinados para su recolección y ser llevados a vertederos, rellenos sanitarios u otro lugar. La basura se clasifica, según su composición en orgánica que es la de origen biológico, que alguna vez estuvo viva o fue parte de un ser vivo, como hojas, cáscaras y residuos de la fabricación de alimentos. Por el contrario, el inorgánico es de origen industrial u otro proceso no natural, como plástico, telas sintéticas, vidrio, papel, chatarra. Un renglón aparte merecen los residuos peligrosos, sean de origen biológico o no, que constituyen un peligro potencial y por lo cual deben ser tratado de forma especial, por ejemplo el material médico infeccioso, residuo radiactivo, ácidos y sustancias químicas corrosivas. Casi la mitad de la basura son materiales no fermentables inorgánicos, generalmente envases o embalajes y algunos materiales tóxicos derivados de productos de limpieza, pilas. Parte de ellos se pueden reciclar, volviendo a incluirse en la cadena productiva, ahorrando energía y materias primas, además de contribuir a la calidad ambiental. El resto, son residuos orgánicos, que también se puede devolver a la tierra como abono. Más de la mitad de la basura son restos de comida, que se convierten en abonos de alta calidad y, además de eliminar residuos supone un importante aporte de nutrientes y fertilidad para los cultivos evitando el uso de abonos químicos. El vidrio se puede recuperar por uso de envases retornables o a partir de la recogida selectiva para posterior reciclado. El reciclaje del papel economiza grandes cantidades de energía, evita la contaminación del agua y el corte de árboles. La chatarra supone un perjuicio medioambiental por su largo tiempo de degradación y el reciclado de las latas abarata los costes de elaboración. Aproximadamente 20% de lo que se compra se tira de inmediato por ser parte de envases y embalajes, y 9% del total son plásticos que, por su vida muy larga, son un gran problema medioambiental. Estos restos son consumidos por la fauna en vertederos y en medio acuático ocasionando muerte de animales, además del deterioro ambiental. Los residuos peligrosos son productos de limpieza, pinturas, medicinas y pilas que requieren de una campaña de recogida específica, para evitar que vayan a vertederos incontrolados donde pueden provocar catástrofes medioambientales contaminando aguas y suelos. Las pilas son uno de los productos tóxicos más peligrosos por su contenido en mercurio y cadmio. 29/10/2015 ep