Una enzima descubierta por científicos ingleses podría mejorar el desempeño de una bacteria devoradora de plásticos.
Investigadores de la Universidad de Postmouth diseñaron una enzima que mejoraba la PETasa bacteriana.
Los plásticos son baratos, fáciles de producir, resistentes, elásticos, transparentes u opacos, pero todas estas ventajas quedan opacadas debido a que no son biodegradables, puesto que no existe ningún organismo vivo capaz de alimentarse de ellos.
Su larga durabilidad es una desventaja ya que deben transcurrir más de 450 años para que los polímeros comiencen el proceso de desintegración a nivel molecular y se producen más de 300 millones de toneladas de plástico, de las cuales el 90% derivan del petróleo y solo 15% se recupera y se recicla a escala global.
Afortunadamente, un grupo de científicos japoneses investigaba colonias bacterianas en una planta de reciclaje de la ciudad de Sakai, en Japón, comprobaron que una bacteria, la Ideonella sakaiensis, es capaz de utilizar el PET como fuente primaria de carbono. El microorganismo tiene dos genes clave que permiten que pueda ‘devorar’ el PET: una PETasa y una mono(2-hiroexietil) tereftalato hidrolasa.
Por su parte, investigadores de la Universidad de Postmouth (Reino Unido) diseñaron -por casualidad- una enzima que mejoraba la PETasa bacteriana.
En estos momentos se está intentando dar un paso más al tratar de amplificar su productividad mediante la ‘inserción’ de la enzima mutante inglesa a una bacteria extremófila, capaz de soportar temperaturas superiores a los 70ºC, una cifra a la que los PET se vuelven más viscosos. Esta ‘cesión’ podría acelerar hasta en un 10% el proceso de degradación.
Estos hallazgos podrían abrir una ventana a la esperanza, ya que la bacteria ‘devora plásticos’ formaría parte de la solución al problema medioambiental causado por los plásticos.